martes, 22 de enero de 2008

Crítica de "Persépolis"

Autor: Iñaki Gauna


Desconozco cuánto tiempo aguantará «Persépolis» en las carteleras españolas pero me temo que no todo el que merece esta perlita de la animación de contenido social que ya obtuvo el premio del jurado en el pasado Festival de Cannes y ahora aspira tanto a la nominación a los Óscar como mejor película de habla no inglesa por Francia como a los Premios del Cine Europeo 2007.


Persepolis es la adaptación cinematográfica de los cuatro álbumes del cómic homónimo de Marjane Satrapi, en el que la dibujante iraní (Rash, 1969) nos cuenta sus vivencias y peripecias personales en un periodo comprendido desde que contaba diez añitos (1979), coincidiendo con el derrocamiento del régimen del Sha de Persia, hasta el año 1994 en pleno apogeo del régimen integrista de corte islámico que aún dirige los destinos del país .


El lenguaje visual surgido de la conjunción de dos estilos tan diferentes como el de Marjane y Parronaud concluye en unas imágenes dotadas del enorme impacto visual que tienen las cosas sencillas y sin artificios superfluos, y de la universalidad conseguida por un dibujo realista y abstracto a la vez .

Si bien la trama cuenta con pinceladas de humor y desparpajo, una manto tenebroso, amargo y dramático cubre toda la historia, incluso en las deliciosas escenas poéticas que salpican esta peculiar autobiografía.


La potencia del blanco y negro junto al trazo tan sobrio como efectista de Marjane se convierte en una herramienta tremendamente expresiva y transmite con una enorme fuerza, belleza y rotundidad el agitado mar de emociones a que su ajetreada existencia le ha abocado.


Cuando pienso que Brad Pitt y Jenniffer López estuvieron en un tris de echarle mano a esta historia me echo a temblar. Afortunadamente la coherencia de su autora y la integridad que tantas veces es invocada a lo largo de la película, han visto fiel reflejo en un trabajo lleno de coherencia con un vigor y capacidad de transmisión que difícilmente se hubiera alcanzado con personajes de carne y hueso.


Quede claro que Marjane presenta su vivencia desde su experiencia particular, con consciente y voluntaria subjetividad. En unos días en que cada vez es más habitual observar como todo el mundo se arroga el derecho de hablar en boca de los demás, Marjane se aleja de cualquier tentación de hacer proselitismo o propaganda panfletaria, y nos hace llegar un testimonio lleno de una sinceridad apabullante donde pone al día a todos los fundamentalismos, vengan de donde vengan.


Pero sobre todo Marjane nos hace partícipes de su amargura por la incompresión entre seres humanos y de su necesidad de amar y ser amada, y lo hace a través de una historia llena de matices, ajena a maniqueísmos, y que sobre todo nos plantea preguntas, muchas preguntas.


Y sobrevolando todas estas incógnitas se alza una fabulosa verdad que es concretada en un diálogo con su sabia abuela cuando tras inculpar a un inocente para salvar el pellejo arguyendo que no podía hacer otra cosa su abuela sentenciará muy enfadada: “SIEMPRE es posible actuar de otra manera” .


En definitiva un trabajo muy recomendable para todos aquellos que quieran salirse del triste menú del día asumiendo el riesgo de encontrarse ante un plato de fuerte sabor. Para el resto mejor abstenerse.

No hay comentarios: